Chavín de Huantar
La cumbre del desarrollo del Horizonte Temprano estuvo dada por la construcción del centro ceremonial de Chavín de Huantar en el actual departamento de Ancash. Su importancia fue tal que el arqueólogo peruano Julio C. Tello lo consideró el centro matriz de la alta cultura en el Perú. Hoy se sabe que Chavín fue precedido por un largo desarrollo cultural que se remonta al Precerámico, del cual fue su culminación. Su ocupación comenzó hacia el 1,000 a. de C. y las sucesivas etapas del sitio son han quedado plasmadas en su arquitectura.
Chavín de Huantar, hace alrededor de 3,000 años fue el primer gran imperio de esta zona andina. Persistió desde ese entonces hasta los periodos incaicos, pasando antes por los Wari, Chimu y los Chancas entre otros imperios, como centro religioso de Todos; algo comparado con la Meca islámica
El arte de Chavín propiamente dicho produce tal impresión de madurez en muchos aspectos, que hasta hace veinte años se consideraba muy posterior a la época en que surgió, a causa de su alambicada estilización; hoy disponemos ya de algunos resultados de excavaciones y de los datos obtenidos por el método de radio-carbono lo sitúan a principios de nuestra era.
La principal característica del estilo Chavín es su gusto por las curvas; son curvas llenas de fuerza expresiva, que no se dan en ningún otro arte del gran Perú. Se cree ver en ellas claras reminiscencias del estilo de los olmecas de Centroamérica. Al igual que aquel extraño estilo, Chavín no presenta unos rasgos estilísticos uniformes, sea en fases, sea en diferenciaciones locales. Es sorprendente que no se hayan efectuado excavaciones sistemáticas en Chavín de Huantar, como se llevaron a cabo en gran medida, en las ciudades templos de Mesoamérica.
El arte lítico chavinense no es propiamente escultórico, pese a que existen más de cien esculturas de cabezas monstruosas, humanas, de animales, etc. Se trata en realidad de un manejo de superficies planas, en donde se graban imágenes relacionadas con el culto
Un sitio muy cargado de energía y misterio, donde lo que se aprecia en la superficie es mucho menor de lo que existe debajo de esta. Varios pisos subterráneos, pasillos y canales por donde dirigían y desviaban las aguas del río a su alrededor; eso sin profundizar en sus rituales de sacrificios ofrendados ante uno de los dioses ejemplificado por la llamada piedra del Lanzón.
Lo poco que sabemos de la vida de los hombres en aquella remota época, nos lo han mostrado las excavaciones efectuadas en varios lugares de la costa, especialmente al borde de los oasis en los valles septentrionales.
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