COMBATE NAVAL DE IQUIQUE
21 de mayo de 1879
Hay pocos hechos en la Historia Universal que puedan compararse a la gesta, que tuvo como escenario las tranquilas aguas de Iquique, no tan sólo ejemplo del heroísmo razonado que el Capitán de Fragata don Arturo Prat Chacón y la dotación de la corbeta "Esmeralda" llevaron a su máxima expresión, sino que también por el significado y repercusiones que ésta tuvo en el desarrollo de los acontecimientos posteriores.
La Escuadra chilena compuesta por los blindados "Blanco" y "Cochrane" , las corbetas "Esmeralda", "O'Higgins", "Chacabuco" y "Abtao", la cañonera "Magallanes" , la goleta "Covadonga" , el transporte "Lamar" y el vapor "Matías Cousiño", se encontraban manteniendo el bloqueo de Iquique desde el 5 de abril de 1879, con la intención de obligar a la escuadra peruana de hacerse presente para romperlo y disputar el dominio del mar, lo que no se cumplió por tener los peruanos otros planes estratégicos.
El 16 de mayo, el Comandante en Jefe de la Escuadra, Almirante Juan Williams Rebolledo, ante la ausencia de la escuadra peruana decidió atacarla en el puerto de El Callao, zarpando con todos los buques disponibles, a excepción de la corbeta "Esmeralda", la goleta "Covadonga" y el transporte "Lamar". Dejó como Jefe de Bahía, vale decir como jefe de la agrupación, al Comandante Prat.
Entretanto, en el Perú la opinión pública exigía una acción de su escuadra para vengar el agravio del bloqueo de Iquique.
El Presidente peruano General Mariano Ignacio Prado celebró varias reuniones en el Palacio de Gobierno para decidir las acciones futuras. La decisión fue zarpar con la escuadra a Arica a reforzar la guarnición y llevar cañones, municiones y víveres para el ejército de Tarapacá, lo que se llevó a cabo el 16 de mayo, el mismo día que la Escuadra chilena zarpaba al El Callao.
Llegados los buques peruanos a Arica, el General Prado se impuso que en Iquique se encontraban solas las tres naves chilenas y que un convoy con 2.500 hombres había zarpado de Valparaíso con destino a Antofagasta.
De inmediato dispuso el zarpe del monitor "Huáscar" y la fragata blindada "Independencia", al mando de los Capitanes de Navío Miguel Grau Seminario y Juan Guillermo Moore, respectivamente, para destruir a los buques chilenos en Iquique, posteriormente atacar al convoy proveniente de Valparaíso y destruir la máquina resacadora de agua de Antofagasta, para privar de ese elemento vital, a las tropas chilenas acantonadas allí.
El día miércoles 21 de mayo de 1879, el bloqueo se mantenía como de costumbre. Ambos buques a la entrada de la bahía, fuera del puerto, uno cerca de una milla y media al norte del faro de la Isla de Iquique (Posteriormente llamada Isla Serrano y hoy unida a tierra) y el otro, un poco más alejado en dirección similar. El transporte "Lamar" se hallaba fondeado en la rada cerca de la isla.
Esa mañana le tocaba a la goleta "Covadonga" patrullar el exterior de la bahía. Cubrían la guardia el Teniente Manuel Joaquín Orella Echánez y el Guardiamarina Miguel S. Sanz. Al alba, el horizonte estaba cubierto por una espesa neblina que empezó a disiparse cuando aparecieron los primeros rayos del sol.
A las seis horas y treinta minutos el vigía de la cofa gritó: "Humos al norte!".
En el monitor "Huáscar" al avistarse los buques chilenos, se izó una gran bandera de combate, lo que se imitó en la "Independencia". El Comandante Grau reunió su gente y los arengó:
"Tripulantes del "Huáscar": ha llegado la hora de castigar al enemigo de la Patria y espero que lo sabréis hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín, Ayacucho, Abtao y 2 de Mayo. Viva el Perú!".
Muchachos:
La contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber".
Y sacándose la gorra, la batió en el aire gritando "Viva Chile!", lo que la tripulación respondió con gritos similares, que rompieron el silencio solemne que inundaba la bahía y que llegó a los asombrados peruanos que miraban desde el anfiteatro natural del puerto.
La "Covadonga" llegó al habla y Prat, bocina en mano, le ordenó: "Que almuerce la gente! Reforzar las cargas! Cada uno a cumplir con su deber!". Condell simplemente respondió: "All right!".
Lo último que desaparece en las aguas es el pabellón chileno; no se oye el más leve grito, ni clamor alguno de socorro; ni siquiera resuenan vítores... a todos nos tiene anonadados el horror de aquella tremenda escena".
El sacrificio de Prat y la tripulación de la "Esmeralda", permitió que el convoy transportando 2.500 hombres enviados a Antofagasta, pudieran llegar a salvo a su destino y evitó que la vital máquina resacadora de agua pudiera seguir haciéndolo, para abastecer al ejército chileno en campaña.
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