El dios Pachacamac, original de la costa central, sobrevivió a la influencia inca y española। De acuerdo a la mitología inca, fue dios del fuego e hijo del sol, rejuvenecedor del mundo, su fuerza se vinculó a los movimientos sísmicos y, tras el arribo de la fe católica, al Cristo de Pachacamilla, más conocido como el Señor de los Milagros। Las primeras ocupaciones en la zona datan del año 200 a. C., pero la construcción del santuario se inicia con el florecimiento de la cultura Lima (IV y V d.C.), con el Templo de Urpiwachak al oeste de la zona, y el Conjunto de Adobitos, grandes edificaciones de compleja técnica arquitectónica.
La cultura Ishmay desarrolló, 400 años antes del establecimiento de los incas, el gran Centro Ceremonial; calles, numerosos templos con rampas y el Templo Pintado, son muestra de su urbanismo religioso. Los incas, al llegar al valle, adecuaron las construcciones preexistentes a sus necesidades administrativas, desacralizando la ciudad y perdiendo el oráculo del centro. Construyeron el Templo del Sol, el Acllahuasi, la Plaza de los Peregrinos, y otros palacios cuya ciudadosa reconstrucción nos permite imaginar el lugar quinientos años atrás.
El santuario de Pachacamac es hoy una zona arqueológica en el departamento de Lima que cuenta con museo de sitio y áreas naturales protegidas, como el bosque de algarrobos y la laguna. Recorrer el lugar es trasladarse por la historia del valle del río Lurín y de la costa central, de sus entierros y de sus templos, admirando la milenaria convivencia de los peruanos con la naturaleza.
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