El primer museo, dedicado exclusivamente a la papa frita, abrió sus puertas en la ciudad medieval flamenga de Bruges, a 96 kilómetros del nordeste de Bruselas.
“Junto con el chocolate, la papa frita es el producto más característico del estilo de vida belga” afirmaron los fundadores del museo Eddy Van Belle y su hijo Cédric.
Por eso, justifican, “es indispensable que el primer museo de la papa frita en el mundo se abra en Bélgica”, país que reivindica la innovación de uno de los platos más populares del mundo.
El Frietmuseum (Museo de la Frita, en flamengo) se encuentra en el edificio más antiguo de Bruges, construido en el siglo XIV.
Las piezas expuestas relatan la historia de la papa desde su origen, en el Perú, hasta la llegada a Europa de la mano de los conquistadores españoles y su difusión por todo el mundo, después de que los soldados americanos y británicos, que combatieron en la Primera Guerra Mundial, probara el tubérculo frito, vendido por los belgas.
Ellos serían los responsables del nombre con el que se dio a conocer en inglés “french fries” (fritas francesas), en alusión al idioma hablado por los belgas .
El museo muestra la presencia del plato en la producción literaria artística belga, y presenta objetos representativos del culto a la papa frita en Bélgica.
Entre ellos se encuentran grandes esculturas que tradicionalmente decoran los “frietkot”, ventas ambulantes de este producto, presentes en cada plaza del país.
La colección también incluye equipos utilizados en la producción de la papa fría a lo largo de la historia, más de 400 objetos antiguos, entre ellos, una colección de cerámicas incas del periodo pre-colombino, en forma de batata.
Los visitantes podrán aprender detalles sobre la cosecha de las papas y el método de preparación, que, según los organizadores del museo, garantiza una deliciosa papa frita.
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