El mayor bosque tropical del planeta, tiene un valor financiero que le permitiría a competir con las millonarias actividades que la destruyen continuamente su flora y fauna.
La reserva Juma (medio millón de hectáreas de profunda selva amenazadas por madereras ilegales en el corazón del Amazonas) es el primer proyecto que obtuvo una certificación internacional por reducir la emisión de gases con efecto invernadero.
El Gobierno del Estado de Amazonas quiere replicarlo en las 34 reservas que posee y conseguir financiación del mercado de carbono para preservar el bosque y mejorar la vida de sus pobladores. La cadena internacional de hoteles Marriott anunció la pasada semana su asociación al proyecto.
"Seremos un gran actor en el mercado de carbono", asegura Virgilio Viana, director de la Fundación Amazonas Sustentable, que maneja las reservas.
El Fondo Amazonia lanzado en agosto por el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, ya consiguió un primer compromiso de donación del Gobierno de Noruega por 1.000 millones de dólares hasta 2015, también bajo el compromiso de combatir la deforestación.
Brasil, el cuarto mayor emisor de gases con efecto invernadero del planeta principalmente debido a la deforestación, quiere que le reconozcan que proteger sus cinco millones de kilómetros cuadrados de selva, es un servicio a la lucha contra el calentamiento global.
Y que por ello merece una compensación económica para controlar la deforestación que cada año consume más de 10.000 km2 de selva por el avance de madereras, ganado y plantío de soja.
Brasil es el tercer país, atrás de China e India, en proyectos en el mercado oficial de carbono creado por el Protocolo de Kyoto para reducir las emisiones de esos gases, pero este mercado no admite proyectos de preservación forestal.
Existe en cambio un creciente mercado voluntario, dirigido a empresas y organizaciones que quieren limpiar sus emisiones voluntariamente y entre las que ganan interés proyectos enfocados al medio ambiente y que benefician a las comunidades afectadas.
El Gobierno busca que la convención del clima de la ONU contemple esos proyectos de preservación de bosques.
"No podemos cerrar los ojos a la realidad actual: los bosques poseen un importante papel en la regulación del clima y en el último año eso ha sido destacado por la ONU en sus negociaciones", destaca Fernanda Müller, investigadora del sitio CarbonoBrasil.
Aunque las certificaciones internacionales para verificar la reducción de emisiones de CO2 en proyectos forestales han mejorado mucho, éstas son bastante recientes y "el comprador todavía es bastante incipiente".
El Gobierno de Brasil tiene que vencer su rechazo a aceptar metas cuantificables de deforestación si quiere ganarse la confianza de los donantes y además lograra que los grandes contaminadores del planeta no dejen de restringir sus emisiones gracias a este proyecto.
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