Sus ojos no pueden creer que por un tubo de asbesto salga a presión un chorro disperso de agua rumbo a sus plantas de maíz y papa. Genaro Mamani, de 62 años de edad, sonríe. Al fin, dejará de regar sus andenes con agua de lluvia, como lo hizo él y sus ancestros por cientos de años. Ahora, utilizará la moderna técnica de riego por aspersión.
Era una mañana soleada en el distrito de Coya, provincia de Calca, en el Cusco, cuando llegaron los primeros funcionarios limeños del Programa Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos, (Pronamachcs), entidad que ejecutó la obra, para inaugurar un moderno reservorio que almacenará dos mil 160 metros cúbicos de agua.
La obra instalada en las comunidades campesinas de Coyarona y Coyacusco, ubicadas en el Valle Sagrado de los Incas, se inició a finales de 2006. Y Mamani había ayudado a construir el reservorio. Ahora estaba ataviado con su chullo multicolor y esperaba con ansias el fin de los discursos oficiales y la música de la orquesta del pueblo para observar por primera vez en su vida la lluvia artificial que caería intermitente sobre sus andenes.
Había tardado dos años para observar este milagro técnico en una comunidad ancestral que durante cientos de años sólo había estado sujeta a los vaivenes del clima, del tiempo, de la lluvia, de la sequía.
Toda la comunidad con sus banderitas bicolores estaba alrededor del reservorio para participar de la inauguración del moderno sistema de riego que les cambiará la vida por completo. Ahora tendrán dos cosechas de cultivo, una de maíz blanco Urubamba y otra de un cultivo alternativo, como pasto, cebada o tarwi.“Antes todo se hacía con agua de lluvia. Y si no llovía, se malograba todo el sembrío”, recuerda Arnulfo Ticse, un comunero de Coyarona.
El ingeniero del Pronamachcs, Orlando Cortez, sostiene que el reservorio y el riego tecnificado ayudarán a mejorar la producción de los comuneros.“Además, ampliarán sus linderos agrícolas al tener agua para irrigar aquellas zonas donde antes no se lograba cultivar con la lluvia natural.”
Aportes
En total, 700 campesinos serán los beneficiarios de esta obra, construida con aportes del Estado, el gobierno local y los mismos comuneros que aportaron la mano de obra para hacer realidad este proyecto, que deja atrás miles de años de regadío tradicional.
No es la primera obra que este tipo de sistema se instala en el Valle Sagrado de los Incas. Ya se construyeron otras dos obras similares en Chinchero y Urubamba y se ejecutan otras tres en el distrito de Taray y en el mismo Coya, ambos en Calca.
Algún día el hermoso paisaje verde que se admira en época de lluvia durante el recorrido por el valle, se podrá apreciar no sólo entre enero y abril, meses lluviosos, sino todo el año. Y los comuneros de estas zonas serán los primeros beneficiarios, mejorarán sus sembríos y también su calidad de vida.
Los propietarios
Hasta Calca llegó el gerente general del Pronamachcs, Rodolfo Beltrán Bravo, en compañía del director de la FAO, José Graziano Da Silva, y el representante de la FAO en el Perú, Jean Francoiis Ghyoot, para inaugurar el reservorio. Esta obra constituye la esperanza de decenas de familias que tienen en la actividad agrícola su única fuente de sobrevivencia, sostuvo Beltrán.
“Los campesinos agricultores más que beneficiarios, deben sentirse propietarios de la obra. Son ellos quienes la construyeron con la asistencia técnica del Pronamachcs."
Beltrán dijo que se pudo contratar a una empresa privada para la ejecución de este reservorio. “Fue mejor que los campesinos lo hicieran, tenían experiencia de los suelos y del terreno. Ellos han estado siglos aquí.”
La obra está proyectada para irrigar 160 hectáreas mediante el sistema por aspersión. Las tuberías hacia los campos de cultivo se han avanzado en 60 por ciento. La obra, que está a cargo de la Municipalidad de Coya, se concluirá en las próximas semanas.
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