La galería, que será inaugurada el próximo 16 de marzo, se abre con un recuerdo a la efímera expedición egipcia de Napoleón y sus huestes, al final del siglo XVIII, para centrar inmediatamente su mirada en Mohamed Ali, el padre del Egipto moderno.
De entrada, queda claro que el nuevo Museo de Historia Moderna (en realidad, una gran sala de unos 500 metros cuadrados) no ofrece grandes reliquias ni valiosos manuscritos.
Su fuerza reside en que a través de bustos, cuadros y recreaciones de eventos, Egipto vuelve su mirada sobre dos siglos en los que el país ha sido ocupado, cortejado, saqueado y, en los últimos 50 años, finalmente ha encontrado una senda propia de final más que incierto.
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